El Eterno Retorno (Ewige Wiederkehr):


Si es verdad que Dios ha muerto, entonces no hay otro mundo que este mundo, ni otra vida que esta vida, y este mundo y esta vida pasan. ¿Cómo conceder el peso de la eternidad a lo que por naturaleza es pasajero? Nietzsche acude en busca de respuesta a un viejo mito religioso. En los Vedas hindúes se encuentra el mito del eterno retorno (que no está muy claro) sus palabras al respecto fueron las siguientes: " ¡todo vuelve y retorna eternamente, cosa a la que nadie escapa!", " el principio de la persistencia de la energía exige el Eterno Retorno".
Ésta es una de las tesis más extrañas de Nietzsche, particularmente porque parece contraria al modo dominante de interpretar la sucesión de acontecimientos: a una cosa le sigue otra, y a ésta la siguiente, y las que quedan en el pasado son irrecuperables,  ya no podrán darse más; las personas que creen en la inmortalidad del alma afirman, en todo caso, que los seres queridos podrán “volver”, que volveremos a tener una experiencia de ellos, que podremos recuperarlos. Pero nadie ha defendido que otros objetos puedan recuperar su existencia. Las historias de la filosofía suelen indicar que esta concepción, tan profundamente incrustada en nuestra mente, del carácter irreversible del tiempo y de todas las cosas que caen en su interior, se debe a la influencia del pensamiento cristiano. Según esta interpretación, el cristianismo introduce una visión lineal de la historia y del tiempo, una visión que establece un sentido en la historia, sentido que se expresa además en la idea del progreso: la historia comienza con la creación, tiene momentos cruciales como la encarnación de Dios en la figura de Cristo y la presencia de la Iglesia.
Independientemente de si esta consideración es correcta, las tesis de Nietzsche relativas al tiempo son tan radicales y extrañas que difícilmente las podemos encontrar en alguna cultura de la que se tengan datos históricos. Según la tesis del eterno retorno todo va a repetirse un número infinito de veces. Fijémonos en esta afirmación:
  • Las personas que conocemos volverán a estar presentes;
  • Pero también el resto de los seres (animales, plantas, objetos);
  • Volverán las mismas cosas con las mismas propiedades, en las mismas circunstancias y comportándose de la misma forma.

Es posible entender también la tesis nietzscheana del eterno retorno como la expresión de la máxima reivindicación de la vida, como una hipótesis necesaria para la reivindicación radical de la vida: la vida es fugacidad, nacimiento, duración y muerte, no hay en ella nada permanente. Pero podemos recuperar la noción de permanencia si hacemos que el propio instante dure eternamente, no porque no se acabe nunca sino porque se repite sin fin. En cierto modo, y aunque pueda parecer paradójico, Nietzsche consigue con esta tesis hacer de la vida lo absoluto.


Al final de su vida Nietzsche cae en la locura; quizá sin encontrar esa puerta de salida del Eterno Retorno a la que llamó el Mediodía ( aunque llegó a decir "mi medianoche es también mi mediodía" ). Si su locura es efecto del peso de la "revelación" que sufrió, del no poder explicarla, o quizá el tratar de escapar de ella, es algo que nunca sabremos.
El valor del concepto de eterno retorno ha sido tan discutido como poco entendido. En general, se le considera únicamente desde el punto de vista cronológico, en el sentido de repetición de lo sucedido. Pocas veces es pensado como uno de los conceptos más poderosos de la filosofía moral de todos los tiempos: obra de modo que un horizonte de infinitos retornos no te intimide; elige de forma que si tuvieras que volver a vivir toda tu vida de nuevo, pudieras hacerlo sin temor. Nietzsche, en su teoría del eterno retorno, nos enseña sólo una cosa: el hombre logrará transformarse cuando logre vivir sin miedo.

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